LA LUZ SURGIENDO POR SI MISMA DE LAS TINIEBLAS
CANTO PRIMERO
I
El Caos tenebroso surgió como una Masa confusa del fondo de la
Nada, con el primer sonido de la Palabra todopoderosa; se dijo
que el desorden lo había producido y que una cosa semejante no
podía ser la obra de un Dios, de tan informe que era. Todas las
cosas estaban en él, en un profundo reposo, y los elementos
estaban allí confundidos porque el divino Espíritu todavía no
las había distinguido.
II
Y ahora, ¿Quien podría explicar de qué manera los cielos, la
tierra y el mar fueron formados, tan ligeros en sí mismos y sin
embargo tan vastos si consideramos su extensión? ¿Quien podría
explicar cómo el Sol y la Luna recibieron allá arriba el
movimiento y la luz y cómo, todo lo que vemos aquí abajo obtuvo
la Forma y el Ser? ¿Quien podría, en fin, comprender de qué
modo cada cosa recibió su propia denominación, de qué modo fue
animada por su propio espíritu y de qué modo, al salir de la
Masa impura y desordenada del Caos, fue regulada por una ley, una
cantidad y una medida?
III
¡Oh, vosotros, del divino Hermes los hijos e imitadores, a
quienes la Ciencia de vuestro padre ha mostrado la Naturaleza al
descubierto: únicamente vosotros y tan sólo vosotros sabéis de
qué modo esa mano inmortal formó la Tierra y los Cielos a
partir de la Masa informe del Caos, pues vuestra Gran Obra
muestra claramente que, de la misma manera que se hace vuestro
Elixir filosófico, ha hecho Dios todas las cosas.
IV
Pero no corresponde a mi feble pluma el trazar tan gran retablo,
pues todavía no soy más que un mísero hijo del Arte, sin
ninguna experiencia: no es que vuestros doctos escritos no me
hayan hecho percibir el verdadero objeto hacia el que conviene
ir, o que yo no conozca bien ese Iliaster que contiene todo lo
que nos es necesario al igual que ese admirable compuesto con el
que habéis sabido llevar de la potencia al acto la virtud de los
elementos.
V
No es que yo no sepa
bien que vuestro Mercurio secreto no es otra cosa sino un
espíritu viviente, universal, innato que desciende sin cesar, en
forma de aéreo vapor, del Cielo a la Tierra para llenar su
vientre poroso, para nacer después entre los azufres impuros y
que, al crecer, pasa de la naturaleza volátil a la fija,
dándose a sí mismo la forma de húmedo radical.
VI
No es que yo no sepa
bien que si nuestro Vaso oval no está sellado por el Invierno,
jamás podrá retener el vapor precioso sin el cual nuestro
hermoso Hijo morirá ya en su nacimiento, si no es prontamente
auxiliado por una mano industriosa y por los ojos de Linceo, pues
de otro modo no podrá ser alimentado con su humor primero, a
ejemplo del hombre que, después de haber sido alimentado con
sangre impura en el vientre maternal, vive de leche cuando ya ha
venido al mundo.
VII
Pero, aunque yo sepa
todas estas cosas todavía no me atrevo a argumentar con
vosotros, pues los errores ajenos siempre me dejan en la duda.
Pero si vosotros estáis más movidos por la piedad que por la
envidia, dignaos expulsar de mi espíritu todas las dudas que lo
embargan y si puedo ser lo bastante afortunado como para explicar
con distinción en mis escritos todo cuanto concierne a vuestro
Magisterio, haced, os conjuro, que de vosotros reciba yo como
respuesta: Trabaja audazmente, pues sabes cuanto es necesario
saber.
CANTO SEGUNDO
Que el Mercurio y el Oro del vulgo no son el Oro y el Mercurio
de los Filósofos y que en el Mercurio de los Filósofos está
todo lo que buscan los Sabios. Donde se examina de pasada la
práctica de la primera operación que ha de seguir el artista
experimentado.
ESTROFA I
Que los hombres poco versados en la Escuela de Hermes se
confundan cuando, con un espíritu de avaricia se apeguen al
sonido de las palabras. Ordinariamente es sobre la fe en esos
nombres vulgares de plata viva y oro que se comprometen al
trabajo imaginando que, con oro común por medio de un fuego
lento, podrán fijar finalmente esa plata fugitiva.
II
Pero si pudieran
abrir los ojos de su espíritu y comprender bien el sentido
oculto de los Autores, verían claramente que el Oro y la Plata
viva del vulgo están desprovistos de ese fuego universal, que es
el Agente verdadero y que este Agente o espíritu abandona los
metales tan pronto como éstos están en los hornos, expuestos a
la violencia de las llamas; de ello que el metal, fuera de la
mina, hallándose privado de ese espíritu, no sea más que un
cuerpo muerto e inmóvil.
III
Más bien es otro
Mercurio y otro Oro del que ha querido hablar Hermes; un Mercurio
húmedo y cálido y siempre constante al fuego, un Oro que es
todo fuego y todo vida. Una diferencia tal no es capaz de hacer
que se distingan con facilidad a aquellos de estos otros del
vulgo, que son cuerpos muertos privados de espíritu, en tanto
los nuestros son espíritus corporales siempre vivos.
IV
¡Oh, gran Mercurio
de los Filósofos! En ti se unen el Oro y la plata después de
haber sido llevados de la potencia al acto: Mercurio todo Sol y
todo Luna, triple sustancia en una y una sustancia en tres. !Oh,
cosa admirable! el Mercurio, el Azufre y la Sal me hacen ver tres
Sustancias en una sola Sustancia.
V
Pero ¿donde está
ese Mercurio aurífico que, resolviéndose en Sal y en Azufre se
torna humedad radical de los metales y su simiente animada? Está
aprisionado en una tan fuerte prisión que ni la misma Naturaleza
puede extraerlo si el industrioso arte no le facilita los medios.
VI
Pero ¿qué es lo
que hace el Arte? Ministro ingenioso de la diligente Naturaleza,
purifica con una llama vaporosa los senderos que conducen a la
prisión. No existe mejor guía ni medio mas seguro que el de un
calor suave y continuo para ayudar a la Naturaleza y dar ocasión
para que se rompan aquellos lazos donde nuestro Mercurio está
como agarrotado.
VII
¡Si, si, este es el
único Mercurio que habéis de buscar, oh, espíritus indóciles!
porque solamente en él podréis encontrar todo lo que es
necesario a los Sabios. Es en él donde se encuentran en potencia
próxima la Luna y el Sol que, sin (mediar) ni Oro ni Plata del
vulgo, cuando sean unidos conjuntamente, se tornarán verdadera
Simiente de la Plata y del Oro.
VIII
Pero toda simiente
es inútil si permanece entera, si no es corrompida si no se
torna negra, pues la corrupción precede siempre a la
generación. Así es como procede la Naturaleza en todas sus
operaciones y nosotros, que la queremos imitar, también
deberemos ennegrecer antes de blanquear sin lo cual no
produciríamos mas que abortos.
CANTO TERCERO
Aquí se aconseja a los alquimistas vulgares e ignorantes el desistir de sus operaciones sofísticas, porque son opuestas enteramente a las que la verdadera Filosofía nos enseña para hacer la medicina universal.
ESTROFA I
¡Oh, vosotros! Aquellos que para hacer Oro por medio del Arte
estáis sin cesar entre las llamas de vuestros ardientes
carbones, que tan pronto congeláis como disolvéis de tantas y
tantas maneras vuestras diversas mezclas, disolviéndolas a veces
por entero, a veces congelándolas solamente en parte. De ahí
que, como mariposas ahumadas, paséis los días y las noches
revoloteando en torno de vuestros hornos.
II
Dejad, a partir de
ahora, de fatigaros en vano, por miedo de que una loca esperanza
arrastre todos vuestros pensamientos con el humo. Vuestros
trabajos no operan mas que inútiles sudores que, sobre vuestra
frente, peinan esas horas desdichadas que pasáis en vuestros
retiros ¿A que vienen esas llamas violentas si los Sabios no
utilizan carbones ardientes ni maderas encendidas para hacer la
Obra hermética?
III
Con ese mismo Fuego
del que se sirve la naturaleza bajo tierra ha de trabajar el arte
y de éste modo deberá imitar a la naturaleza. Un Fuego que es
vaporoso pero no por eso es ligero, un Fuego que nutre y no
devora nada, un Fuego natural pero que ha de ser hecho por el
arte, seco, pero que hace llover, húmedo pero que deseca. Un
agua que apaga, un agua que lava los cuerpos pero que no moja las
manos.
IV
Con ese tal Fuego ha
de trabajar el Arte, que quiere imitar a la naturaleza y con el
que uno ha de suplir el defecto del otro. La naturaleza comienza,
el Arte acaba y solamente el (Arte) purifica lo que la naturaleza
no puede purificar. El arte tiene la industria de su parte y la
naturaleza la simplicidad, de suerte que si uno no allana el
camino el otro se detiene prontamente.
V
Por tanto, ¿Para
qué sirven tantas y tantas sustancias diferentes en las
cornudas, en los alambiques si la materia, al igual que el Fuego,
es única? Sí, la materia es única, está en todas partes y los
pobres la pueden obtener al igual que los ricos. Es desconocida
de todo el mundo y todo el mundo la tiene ante los ojos, es
despreciada como el lodo por el vulgo ignorante y se vende a
precio vil, pero para el filosofo, que conoce su valor, es
preciosa.
VI
Esa materia, tan
despreciada por los ignorantes, es la que los doctos buscan con
cuidado, porque en ella está todo lo que puedan desear. En ella
se encuentran conjuntados el Sol y la Luna, no los vulgares, no
aquellos que están muertos. En ella está contenida el Fuego,
del que extraen los metales su vida: es ella la que da el Agua
Ígnea, que también da la Tierra Fija y es ella, en fin la que
da todo cuanto es necesario a un espíritu esclarecido.
VII
Pero en lugar de
juzgar que un solo compuesto pueda bastar al filósofo, vosotros
os divertís, quimistas insensatos, en poner muchas materias
juntas y donde el filósofo cuece, con calor dulce y solar y en
un solo vaso, ese sólo vapor que poco a poco se espesa, vosotros
ponéis al fuego mil ingredientes distintos y si Dios ha hecho
todas las cosas de la nada vosotros, por el contrario reducís
todas las cosas a la nada.
VIII
No es con blandas
gomas ni con duros excrementos, no es con sangre ni con esperma
humano, no es con uvas verdes, ni con quintaesencias herbales, ni
con aguas fuertes, ni sales corrosivas, ni con vitriolo romano,
ni mucho menos es con el talco árido, ni con antimonio impuro,
ni con azufre ni con mercurio, ni, en fin, con los metales del
vulgo con los que ha de trabajar un hábil artista en nuestra
Gran Obra.
IX
¿De que sirven
todas esas diversas mezclas? Pues nuestra Ciencia contiene todo
el Magisterio en una sola Raíz, que ya os he dado a conocer lo
suficiente y acaso más de lo que debía. Esta Raíz contiene en
ella dos Sustancias que no tienen, sin embargo más que una sola
Esencia y esas Sustancias que primeramente no son mas que Oro y
Plata en potencia, se tornan finalmente Oro y Plata en acto,
siempre y cuando sepamos igualar bien sus pesos.
X
Si, esas sustancias se hacen Oro y Plata, actualmente y por la igualdad de sus pesos, el volátil es fijado en Azufre de Oro. ¡Oh, Azufre luminoso! ¡Oh verdadero Oro animado! en ti yo adoro todas las maravillas y todas las virtudes del Sol. Pues tu Azufre es un tesoro y un verdadero fundamento del Arte pues madura en Elixir lo que la misma Naturaleza solamente ha llevado a la perfección del Oro.